¿Te has parado a pensar alguna vez en la vida antes de la televisión y la radio?
Las noticias más lejanas de las que tendrías constancia serían las del pueblo de al lado. Los demás países serían para tí rumores e historias contadas por otros, probablemente distorsionados por el boca a boca y por intereses políticos (como siempre). Unos titiriteros llegan a tu pueblo y representan las grandes obras de teatro en la plaza mayor.
Entonces aparece la televisión. Es una ventana a un mundo enorme, que te cuenta lo que pasa en tu pueblo, y en el de al lado, y en otros continentes. Ves tantas películas como quieres en lugar de una obra de teatro cada varios meses… Y gracias a esas nuevas experiencias y conocimientos tu mundo se expande.
Esto es algo que si lo piensas resulta fascinante, pues ocurrió en un intervalo de tiempo muy corto. Mi abuelo me decía que le gustaba ver los documentales de TVE porque hablaban de sitios que sabía que nunca vería. Para aquel señor de un pueblecito de Soria, África debía ser un mundo fascinante. Y llegó a ver al hombre llegar a la Luna…
Hoy la televisión ya es parte de nuestras vidas, hasta el punto de que la hemos asimilado en nuestra rutina y opinamos sobre las noticias en oriente próximo como si estuvieran ocurriendo en el barrio de al lado, en lugar de en el otro extremo del mundo.
¿Y mañana?
La nueva ventana al mundo es Internet. Una ventana que nos permite algo más que mirar, que nos permite abrir y tocar el exterior.
Podemos elegir la información que nos interesa…
Podemos elegir el lugar y el momento donde queremos recibirla…
Podemos elegir las películas que queremos ver…
Podemos contar nuestra propia visión del mundo a los demás…
¿Quién necesita ya esa vieja televisión?