Desde que se firmó, en 1998, el Acuerdo de Viernes Santo, que puso fin al conflicto norirlandés, se han ido dando los pasos necesarios para encauzar el proceso políticamente. Sin embargo, en lo social, todavía queda mucho camino por andar. En Portada ha viajado hasta Irlanda del Norte para analizar las claves sociales del postconflicto, comprobando que, aunque muchas cosas han mejorado, las comunidades católica y protestante viven, votan, estudian y practican deporte por separado. Las armas han callado pero, en las comunidades segregadas, presión y violencia soterrada siguen presentes. Jóvenes de ambas comunidades que no vivieron los años de la violencia luchan por superar los traumas que les separan.