Pocos credos tienen peor fama que el vudú: la imagen que de él ofrece el cine, por ejemplo, es tanto más terrorífica cuanto más inexacta. Y es que en Haití el vudú es mucho más que muñecos acribillados de agujas: un sistema de creencias que si en el pasado acompañó a la lucha por la libertad de una nación de esclavos, hoy ayuda a la población a unirse contra la adversidad, a sobrellevar terremotos, pobreza, desesperanza… una realidad a la que sí que hay motivos, y muy reales, para tener miedo.