Un detective muere apaleado en las puertas de un bar de copas donde se encontraba siguiendo a un adolescente al que sus padres querían vigilar. Los agentes del comisario Castillo tendrán que hacerse cargo del caso. Marino y Charlie se harán cargo del caso, pero el estrés al que está sometido el policía desde la desaparición de Pope le pasa factura de forma inesperada y termina ingresado en el hospital justo cuando su hija se ha presentado por sorpresa para hacerle una visita.