El otoño de 1965 fue lluvioso en Monfragüe, especialmente a mediados de octubre. Faltaban pocos meses para finalizar los trabajos en las presas sobre el Tiétar y el Tajo, y una concatenación de circunstancias provocó el más grave y trágico accidente laboral de la España contemporánea, cuyas causas nunca se conocieron. Una tragedia condenada a un olvido extraño, injusto e interesado, sobre la que cayó un silencio despiadado. Una historia que dejó a sus espaldas una obra rentable y un drama colosal, un drama del que nunca más se supo.