El profesor Bacterio muestra a nuestros agentes su último invento: ¡la máquina de copiar gente! Con ella pueden lograrse benefactores con idea de tiranos, supersabios con cerebro de mosquito y guardias que se comportan como gansters. Todos sufren transformaciones en la T.I.A.: el Super se comporta como un miura, el diminuto agente Ruiperez adquiere la fuerza de un elefante y, por si fuera poco, el mismo Filemón se comporta como si llevara acoplado el circuito eléctrico de una motocicleta. La fatídica máquina es finalmente destruida, aunque un gigantesco cangrejo de Madagascar, al que han incorporado el encefalograma del barbero de Sevilla, se ocupe antes de afeitar en seco la barba del profesor Bacterio.