Cuando al Atlético Deportivo le clavan setenta y ocho goles en su propio campo y el árbitro le expulsa a nueve jugadores, el Superintendente Vicente comprende que se tienen que enfrentar al bribón de Rodolfo Cobardino y su banda. En efecto, esos indeseables sobornan a todo quisqui para lograr sus turbios propósitos, en el mundillo del boxeo, de la construcción, de los muelles, del juego y de las carreras de caballos. La providencial intervención de los valerosos Mortadelo y Filemón servirá para desenmascarar a los culpables, consiguiendo que Cobardino y sus secuaces reciban su merecido.