EEl día de la final, Joan Lino se las vio en el foso del Estadio Olímpico de Atenas con grandes figuras del atletismo como el estadounidense Dwight Phillips, el jamaicano James Bedford, el asturiano Yago Lamela y el cubano Iván Pedroso, campeón olímpico en Sídney que a los 32 años tenía aún arrestos para defender su título. Lino logró un salto larguísimo de 8,32 que le subió al tercer escalón del podio pero que recurrieron tanto la delegación británica como la jamaicana alegando que, en realidad, había sido salto nulo por lo mucho que había ajustado el español. Los jueces, sin embargo, no apreciaron señales en la tira de plastilina y, tras una hora de deliberaciones, la medalla de bronce se quedó en su cuello. El oro fue para Dwight Phillips, con un rotundo salto de 8,59m, mientras que la plata acabó en la maleta de John Moffit, con 8,47m. Al colgar las zapatillas estuvo más de un año en paro y denunció las pocas opciones de inserción laboral que tienen los deportistas al acabar su car