Javier Bosma, el veterano del vóley español, con 35 años y las rodillas muy maltrechas, hizo pareja en su tercer ciclo olímpico Pablo Herrera, un joven reciente campeón del mundo sub-21 y que un año antes de los Juegos sufrió un accidente de automóvil del que le costó recuperarse cuatro meses, en los que estuvo totalmente inactivo. Un mes antes de los Juegos la pareja conquistó un torneo en China de primer orden y sus opciones de hacer un gran papel volvían a estar sobre la mesa. En Atenas, el torneo olímpico se organizó en dos fases: una de grupos y otra de eliminación. En la primera ganaron sus tres partidos, para posteriormente enfrentarse en distintas rondas a los suecos Berg y Dahl (21-16 y 21-17); las canadienses Childs y Heese –‘verdugos’ de España en Atlanta y con quienes el partido se alargó hasta hora y media- por 22-24, 21-19 y 21-16; y en semifinales a los australianos Prosser y Williams, a los que ganaron con una estrategia basada en eludir el choque frontal y emplear glob