Esta situación acaba convirtiéndose en una bola de nieve difícil de parar. Las entidades prestatarias acosan a los deudores con llamadas. Ellos no pueden asumir las cantidades reclamadas, y entran en listas de morosos, ven sus sueldos embargados e incluso sufren cuadros de ansiedad y depresión sin ver ninguna solución a esta caída en picado.
Pero ante este colapso económico, existe una salida: la Ley de Segunda Oportunidad. Todavía no es demasiado conocida, pero cada vez más personas respiran tranquilas gracias a ella. Se trata de una opción similar al conocido como concurso de acreedores al que pueden presentarse las empresas. Solo que en esta ocasión, son las personas naturales, los autónomos y los pequeños empresarios que no puedan atender a sus deudas, y cuya insolvencia no sea negligente o contraria a la buena fe, los que tienen la posibilidad de que un juez les reconozca esta Segunda oportunidad anulando la obligación de devolver el dinero que les han prestado. Eso sí: deberán li