A medida que disminuye la población o envejecen los vecinos de los pueblos situados en la España rural, muchos servicios desaparecen, o se ofrecen de forma precaria. De este modo, en diversos municipios de España los habitantes se quejan de falta de cobertura telefónica, tanto en la red fija como en la móvil; de suministro eléctrico precario; de problemas de potabilidad en el abastecimiento de agua; de insalubridad debido a la inexistencia de alcantarillado; de cierre de oficinas bancarias; de corte de carreteras durante más de 20 años… y así suma y sigue. Se trata de servicios básicos para el día a día que perjudican a aquellos que todavía no se han ido de la España vaciada, y que impiden, al mismo tiempo, que otros apuesten por generar riqueza en ese territorio.