Cuando nos encontramos bien de salud, y somos jóvenes, no se nos ocurre pensar que un día el simple hecho de caminar un trecho o subir unos escalones puede costarnos un mundo. Para personas con movilidad reducida, se trata de una dificultad que los aísla del mundo. Se ven encerrados en casa contra su voluntad, y eso, poco a poco, les aleja de la sociedad y de la vida. Hemos conocido a algunas de las personas que luchan por poder salir a la calle. La mayoría de veces, lo hacen con la ayuda de amigos, familiares, o de voluntarios. Y en otras ocasiones, centran su lucha en conseguir instalar un ascensor que les permita subir y bajar y no perder, así, el contacto con el mundo. REPOR ha estado en Ourense, una ciudad que sufre como tantas otras este problema de movilidad. Allí hemos conocido a personas como Dora, Ángela, Pedro, Sheila, Lourdes o Concha que ven la vida desde su ventana