Ni las portadas de los periódicos ni tampoco los telediarios hablan ya de la polémica ubicación del futuro cementerio nuclear. Sin embargo, en los pueblos candidatos a albergar el almacén, la polémica y el desasosiego han echado raíces. Yebra en Guadalajara es ahora un pueblo partido en dos. Por un lado está el bando de los defensores y por el otro el de los detractores. Unos se concentran en un bar al que han dejado de ir los del otro bando. La división pasa factura: ha habido rupturas familiares, vecinos de toda la vida no se dirigen la palabra y en los comercios la bronca puede saltar en cualquier momento. En definitiva se ha abierto una herida que tardará tiempo en cicatrizar.