El exceso de burocracia hace que muchos locales opten por no regular la actividad arriesgándose a sanciones. Es el caso de la Sala Heliogábal que cerró después de 20 años a consecuencia de 4 multas por exceso de aforo. “El problema es que la música se ve como algo pernicioso, peligroso- explica Miquel Cabal, responsable de la sala- La actividad de música en directo no tiene la consideración de actividad cultural y están en el mismo epígrafe que bingos y prostíbulos”.