En Portada viaja esta semana al punto fronterizo más dinámico de América Latina, el puente Simón Bolívar, que une Cúcuta (Colombia) y San Antonio del Táchira (Venezuela). A ambas orillas del río Táchira, colombianos y venezolanos comparten lengua, gastronomía, familias, historia, economía, problemas y conflictos. Unas relaciones fluidas, no exentas de problemas, que se vieron interrumpidas por el cierre del puente durante un año.
Su reapertura en agosto fue una fiesta multitudinaria. Desde entonces, aunque el paso aún está limitado y no ha recuperado la fluidez de antaño. Colombianos y venezolanos cruzan a diario este puente en un incesante ir y venir, buscando en el otro lado lo que más les conviene. Los colombianos, la gasolina barata de Venezuela. Y los venezolanos, los comercios donde encuentran los innumerables productos de primera necesidad que han desaparecido de sus tiendas. Un trasiego de mercancías, abonado por la diferencia de precios, da pie también a un contrabando al por