Miquel Silvestre se despierta en la sencilla casa de una familia mongola que lo acogió cuando cruzó la frontera y le obsequian con un desayuno de mantequilla de yak y un concierto de música tradicional. Nuestro viajero les invita a queso manchego que ha traído desde España y sale de viaje para descubrir la mala calidad de las carreteras del país pero la gran belleza de sus paisajes puros y salvajes.