Las cartas de este capítulo ligan el pasado y el presente a través de personas que migran, obligadas o por elección propia, en busca de un futuro mejor. Es imposible no hallar paralelismo entre lo que sufrieron los moriscos expulsados en el siglo XVII y el drama que viven en dirección contraria los refugiados que hoy en día se lanzan al Mediterráneo jugándose la vida, e incluso con aquellos que dejan atrás una vida para mejorar su futuro, como la protagonista de la segunda carta, una migrante peruana.