Ana se recupera lentamente de las heridas de la paliza que ha recibido y tiene que llevar una máscara para reconstruir su rostro. Mientras tanto, comienza la instrucción del caso en los juzgados de Robredo. La demanda ha sido admitida a trámite. Ana se va metiendo cada vez más en el sórdido mundo del juego. En el casino conoce a un prestamista amigo de Alejandro, Friman, y posteriormente se entrevista con Gabriel Brandariz, el psicólogo de una asociación para ludópatas que frecuentaba su hermano y con Andrés Admira, un joven jugador. El abogado del casino, el todopoderoso Jordi Barver, les hace una nueva oferta si retiran la querella y Ramiro, el ex marido de Ana, un ex policía que se siente culpable por cómo la trató en el pasado, le ofrece información para desentrañar el caso. Pero, cuando están profundizando en la investigación, el pequeño Martín desaparece y las horas que siguen se hacen largas y angustiosas.