Tras la muerte de Alejandro, Ana pasa varios días anestesiada, huyendo de la realidad. Cuando al fin despierta descubre que Helena y Martín están viviendo en su casa. Por desgracia, en ese tiempo, su inocente cuñada ha cometido un gravísimo error: ha asumido la deuda de Alejandro como propia, y el casino le hace una oferta para que devuelva la cantidad convirtiéndose en su esclava de por vida. Concha, quien tiene su propio drama en casa con el padre de sus hijas, intenta en vano que Ana ayude a su sobrino y cuñada. Ana, derrotada por el dolor, quiere olvidarse de todo y decide no intervenir en la situación de su cuñada Helena, pero Moncada le muestra unas llamadas que prueban que su hermano fue hostigado y amenazado por la gente del casino, y convertido en un monstruo capaz de asesinar. Con el apoyo de Concha y su joven equipo, Ana presenta una querella criminal contra el casino por coacción, amenazas, extorsión e inducción al suicidio, exigiendo así justicia para Alejandro.