Ramón y Chema continúan descendiendo el río Esla camino de Valencia de don Juan. El río se va ensanchando y subiendo de temperatura, lo que facilita el avance. De las aguas cristalinas del alto Esla se pasa a aguas más turbias y, a medida que se suman más afluentes, el agua va perdiendo calidad. Los desperfectos en la embarcación obligan a suspender dos días la prueba para hacer una reparación urgente. Una vez reanudada la marcha, los palistas avanzan hacia Valencia de don Juan, coronada por su asombroso castillo, para adentrarse en Tierra de campos.