Charlie decide investigar por su cuenta los hechos relacionados con la muerte de Pope, aunque el comisario Castilla se ha negado a facilitarle cualquier información al respecto. Cuando el subinspector abre los archivos grabados en el lápiz de memoria que Pope dejó en su casa, descubre un material del ordenador de Quiroga en el que se recogen conversaciones entre el narcotraficante y el comisario.