“No tenía agua en casa, tenía que ir a lavar al arroyo, con buenos fríos que te pasabas, y a buscar el agua a la fuente para lavarte”. “Dormía de lunes a sábado en la sierra, ahora mi vida es un lujo”. “De pequeña fui a las clases, pero después como había falta de dinero en casa, a los 13 años me fui a trabajar fuera”.
Estas son solo algunas pinceladas de los relatos de vida que vecinos como Carmen o Teófilo nos han brindado la oportunidad de conocer en el Centro de Mayores de Caminomorisco. Un espacio rebosante de sabiduría, valentía y fuerza, donde reside la energía de aquellos que con su esfuerzo levantaron los cimientos de Extremadura.