Hubo un tiempo en el que los hombres se hermanaron para pregonar el ideal de pobreza, obediencia y la fe ciega en la Santa Cruzada. Bajo su mando, tierras extremeñas reverdecieron después de décadas de luchas sangrientas. Al sur de la Península estos caballeros prosperaron militar y económicamente dejando su huella en multitud de castillos, iglesias o conventos. Se bautizaron como Los Pobres Caballeros de Cristo, pero los recordamos como los Templarios.