Al mar, la última frontera, llegó Víctor Sánchez Mártil, extremeño de Hervás, hijo de jornaleros, nacido en 1898 para pasar los años finales de su corta vida fundido con un proyecto que debió ser apasionante: empezaba la Segunda República, con su ambicioso proyecto educativo. Por primera vez en la historia de nuestro país, el ideal de una formación igualitaria para niñas y niños, gratuita, con suficientes escuelas y maestros que siguiese los principios de las pedagogías activas y colaborara en la liberación social de los desfavorecidos, parecía posible. Nadie sabe cómo hubiera sido nuestro presente si aquel prometedor anhelo no se hubiera cortado de raíz. El alzamiento armado que instauró la dictadura franquista se encargó de frustrarlo.