Hubo un mundo en eterno movimiento. Y en él, apenas más atento a la corriente que nosotros al peso de nuestro propio aire, todo un cosmos de vida acuática regido por leyes que parecían inmutables. Entonces, todo cambió de golpe. El golpe fue fatal. Apenas quedan especies autóctonas en las aguas extremeñas. Algunas se extinguieron como tristes inadaptados y otras alumbran en silencio el misterio de su supervivencia.