La presencia en 1936 de un contingente militar de alemán en Cáceres,y su implicación al inicio de la guerra, convirtió a Extremadura en campo de pruebas para la maquinaria bélica nazi y dejó un reguero de sucesos cuyas consecuencias aún permanecen en la ciudad, a pesar del secretismo de la operación. Aunque apenas queden restos más que en la memoria y en el inventario de los historiadores, las crónicas cuentan que tan solo a unos kilómetros de Cáceres se fraguó en secreto una confabulación que hizo ondear en castillos y palacios de la capital la peor bandera posible que haya conocido la humanidad.