Con la ayuda de Albert, Yolanda y los Corsarios escapan de Wan Guld y sus piratas y se encuentran, junto con la princesa Neala, en la compañía segura de un poblado de indígenas amistosos. Pero, mientras los indígenas les dan de comer y les proporcionan víveres para su travesía hasta la Isla del Tesoro con el mapa, la piedra y el cetro, comienzan a cocerse los problemas en el poblado. Natzul, el joven cazador de la tribu, no confía en los “forasteros” y teme que traigan la violencia a su pacífico poblado. Quiere deshacerse de los Corsarios, pero el Jefe y sus Ancianos creen en las buenas intenciones de los Corsarios y la propuesta de Natzul es rechazada por mayoría. Poco después, Natzul, frustrado, descubre que Wan Guld y sus piratas buscan a nuestros héroes, pero no pueden penetrar en la espesura para averiguar dónde se ocultan. Natzul, al que Wan Guld hace creer que lo único que pretende es devolver a prisión a Yolanda y a su banda de “despiadados” piratas, acepta conducir al gobernad
