La euforia del profesor Bacterio está justificada, ha conseguido que su gallina Victoria ponga huevos de oro. La gallina se escapa volando y, para recuperarla, el Super pide la colaboración de Mortadelo y Filemón. La persecución de la gallina lleva a nuestros agentes a lugares muy distintos de la ciudad: un gimnasio, una estación... hasta un rumboso palacio ducal. El hecho de que nuestros agentes descubran finalmente que el profesor Bacterio puso purpurina en el comedero de la gallina Victoria, confundiéndola con el mijo, y por ello se teñían las cáscaras y sus huevos parecían de oro, en nada justifica que el profesor Bacterio termine en una olla a presión, puesta a hervir hasta que se le derrita la barba.