Decenas de millones de euros con forma de esqueletos de hormigón o boquetes inmensos se desperdigan por toda nuestra geografía. Urbanizaciones desérticas, pistas de esquí en medio de la nada, parques acuáticos sin toboganes ni bañistas, u hospitales que se quedaron en las intenciones y en agujeros presupuestarios. Son postales que forman un paisaje imposible de borrar.