Por economía, atrevimiento o simplemente ganas de probar algo nuevo: los gustos gastronómicos evolucionan hasta lo impensable o vuelven de manera inevitable a los viejos hábitos. La casquería está viviendo una nueva edad dorada gracias a la crisis. Por otra parte, proliferan los productos exóticos, las modas como la maduración extrema, o el picante insoportable a modo de reto.