Sus dolencias son invisibles o difíciles de diagnosticar, pero les hacen la vida casi imposible. Tienen fobias, miedo a salir de casa, obsesión por la limpieza o la seguridad. En otros casos el problema es puramente físico: no toleran el polvo, los olores, la electricidad, las ondas de telefonía, o sencillamente se quedan dormidos en cualquier momento y lugar. El día a día se les hace cuesta arriba, llevan una "mala vida"