La cultura del aceite de oliva se remonta en la península ibérica a más de 2.000 años. Recorrer la ruta de los olivos del Bajo Maestrazgo con especímenes incluso más antiguos, da una dimensión única de estos árboles monumentales que han servido de argumento para la última película de Icíar Bollaín, El Olivo. Una historia que cuenta la lucha de los agricultores por salvaguardar un patrimonio vegetal y paisajístico único. Gracias a una ley promulgada por las Cortes Valencianas, estos árboles son intocables y el aceite que producen les permite obtener beneficios de su trabajo en el campo. Algo poco frecuente en el medio rural.