Touri siente que el Camino no le ha revelado nada, así que decide ir a buscar su revelación. En su búsqueda encuentra unas vacas guapísimas de la raza cachena. Touri se plantea ser ganadero, pero pronto se da cuenta que eso no es lo suyo. Al pasar por el monasterio de Samos decide ser monje, pero cuando le dicen que tiene que levantarse a las cuatro de la mañana para rezar, decide pensárselo un poco mejor. Cuando se reencuentra con Marta en un bar decorado con temática Star Wars, de repente, Touri siente que es un jedi. Juntos continúan el camino y conocen a un luthier de instrumentos medievales. Touri se plantea tocar la zanfona, pero no se le da demasiado bien. Después se cruzan con Mon Devane, autor de fantásticos murales gigantes con protagonistas del Camino. Poco después de pasar por el mojón que indica que solo les faltan 100 km para llegar a Santiago, visitan el albergue de los Mario, una saga familiar muy particular. Y finalmente llegan a Portomarín, donde descubren que no todo