Sólo en la ciudad de Barcelona se cuentan en unos 400 el número de pisos particulares convertidos en burdeles. Reconvertir domicilios en casas de prostitución es un negocio en auge ya que suelen pasar desapercibidos a ojos de las autoridades, de hecho se cree que en España hay varios miles de prostíbulos caseros que nadie controla.