En la periferia de las grandes ciudades hay infinidad de terrenos baldíos: márgenes de ríos, solares abandonados, antiguas fábricas, etc. Desde hace años mucha gente ha convertido esta especie de "tierra de nadie" en su huerto particular, se instalan ilegalmente y plantan en ellos auténticos vergeles de frutas y hortalizas. Sólo en el área metropolitana de Barcelona se calcula que hay más de 10 mil huertos ilegales Las administraciones son contrarias a estos huertos y amenazan continuamente con hacerlos desaparecer sin pensar que muchas veces este tipo de agricultura cumple con una función social, la de mantener vivo el apego a la tierra ya que muchos de estos hortelanos viven en ciudades dormitorio sin mucho respiro a su alrededor y lo más importante ayudarles en su economía diaria.