Vivimos rodeados de pantallas: desde el televisor, hasta el ordenador, pasando por el móvil, la tableta, e incluso el reloj, u otros electrodomésticos que disponen de este sofisticado mecanismo. Su uso nos puede ayudar mucho en ocasiones, pero su abuso origina problemas relacionados con la vista, con el sistema músculo-esquelético, o incluso adicciones.
Durante los meses de confinamiento se ha instalado en nuestros hogares el teletrabajo, la educación en línea, y las comunicaciones por videoconferencia. Hemos pasado más horas que nunca delante de las pantallas. Como consecuencia, todos hemos aprendido a enfrentarnos a un sistema de comunicación que nos acerca y nos aleja, que nos facilita la vida, y nos la complica, pero que, queramos o no, se hace cada día más indispensable.