En las montañas del Berguedà, en pleno corazón de Catalunya, unos cuantos ejemplares de burro catalán sobreviven a su extinción en una granja propiedad de un altruista y soñador llamado Joan Gassó.La granja se mantenía hasta ahora gracias a la venta de animales, pero este comercio no pasa por su mejor momento y junto a la falta de ayudas públicas, los asnos están ahora más en peligro que nunca: “si al final los tengo que acabar matando porque nadie me ayuda luego vendrán los ecologistas a decir que soy una mala persona… pero ahora todos pasan de mí y de mis burros”, se lamenta Joan.