Los sacerdotes católicos disminuyen año tras año, su media de edad supera los 60, y los que quedan cada vez tienen que atender más parroquias y ocuparse de más tareas. El padre David, de 33 años, recorre diariamente decenas de kilómetros en Zamora para llevar a todos sitios la palabra del Señor: “Llevo 8 pueblos, soy el encargado de misiones y además colaboro con Manos Unidas. Vivo pendiente de la agenda…prefiero que me roben cualquier cosa antes que la agenda”.