No es nuevo que siempre nos han identificado mediante la huella dactilar y nuestra foto en el DNI. Son datos biométricos, a los que ahora también se suman la voz y el iris. Viajamos, y accedemos al trabajo o a eventos mediante estos datos biométricos. Autorizamos los procesos de forma automática, y no siempre controlamos a dónde van a parar nuestros datos.Por el momento, la jurisprudencia ha dictado que la huella digital o el reconocimiento facial, para entrar en recintos o fichar en el trabajo, debe ser voluntario y ofrecer una alternativa. Por su parte, la Agencia Española de Protección de Datos ha elaborado una guía con recomendaciones que recoge la ley española y la europea sobre datos biométricos.