La salud es una actividad que mueve mucho dinero. Quizá por eso no dejan de aparecer pseudoterapias que prometen curar todo tipo de enfermedades, más o menos graves. Algunas de estas prácticas semi-esotéricas están basadas en teorías ancestrales, otras en hipótesis novedosas, pero ninguna de ellas cuenta con datos científicos suficientes que avalen sus resultados. A pesar de todo, tienen seguidores fieles que prefieren pensar que sus males tienen remedio fuera de la medicina convencional.
La aparición del Covid ha hecho que muchas de estas pseudoterapias o pseudociencias encuentren un escenario perfecto para arraigar en ciertas personas: el miedo, la incertidumbre y la esperanza han llevado a muchos a creer en bulos y en falsas teorías. Hemos visto cómo crecían, por ejemplo, los colectivos antivacunas, y también cómo algunos enfermos, desesperados, recurrían a los tribunales para exigir tratamientos alternativos a los que determinaba la práctica médica basada en el método científico.
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