La sopa verde sigue campando a sus anchas por las orillas del Mar Menor. Así es como se conoce popularmente a las algas que crecen sin control en este paraíso natural y que son retiradas diariamente por brigadas de operarios que, rastrillo en mano, intentan dejar apetecibles las aguas para los bañistas. Hasta 16 mil toneladas fueron retiradas el año pasado, y es imprescindible hacerlo porque si no se podrían provocar nuevos episodios de mortandad de peces al quedarse estos sin oxígeno. Los científicos, tanto del Instituto Español de Oceanografía como de la Universidad de Murcia, ya han avisado de que si no se impide este aporte constante de agua dulce cargado de nitratos y fósforo, el Mar Menor no tendrá solución. Los agricultores, sin embargo, niegan ser el origen del problema, y culpabilizan a las aguas residuales urbanas y a la inacción de la administración como causantes del desastre.