En el último año han aumentado un 20 por ciento las denuncias por expolio arqueológico. Según la Guardia Civil, la sangría de robos al patrimonio cultural es constante y eso que sólo trascienden algunos de los que se cometen porque de la mayoría de robos no queda ni rastro. Los ladrones buscan capiteles romanos, urnas funerarias íberas, monedas y joyas de valor incalculable. En definitiva, patrimonio cultural que se vende en el mercado negro a coleccionistas de todo el mundo.