En Galicia, la fabricación y reparación de redes o el marisqueo a pie han sido tradicionalmente cosa de mujeres. Las rederas hacen un trabajo, artesanal y repetitivo, imprescindible para el sector pesquero. Las mariscadoras, tanto si recogen almejas, percebes o erizos, desempeñan un trabajo duro y a veces peligroso amenazado por el furtivismo y sujeto al control biológico del medio. Son oficios que se han aprendido en el seno de la familia, igual que el de la pesca tradicional a flote.
Las trabajadoras del mar son autónomas. A diferencia de sus compañeros, que suelen trabajar embarcados, ellas, en tierra, tienen tareas más monótonas, menos salario y menos protección social, y pocas posibilidades de planificar su trabajo o de promocionarse profesionalmente.
De unos años a esta parte las pescadoras se han unido en asociaciones para reivindicar su trabajo y exigir la profesionalización. En la actualidad, su batalla es conseguir unas condiciones de jubilación como las que tienen sus