Navalquejigo era un pueblo abandonado en plena sierra madrileña. Nadie se preocupaba de él ni de su estado de conservación hasta que llegaron unos okupas. Navalquejigo es ahora un pueblo okupado en el sentido más literal de la palabra: jóvenes y no tan jóvenes se han instalado en las viejas casas para hacer allí su hogar y reivindicar de paso, dicen, su derecho a ocupar aquellos edificios que nadie utiliza.