Con el crédito bancario casi cerrado para muchas familias, éstas, desesperadas, llaman a la puerta de prestamistas particulares. No es demasiado difícil encontrarlos; el dinero rápido es un reclamo publicitario que abunda en internet, en los periódicos y en los teletextos.   En los juzgados hay un centenar de denuncias  por presuntas estafas de un prestamista particular. Sus anuncios prometen préstamos sin valorar si el deudor pertenece a una lista de morosos; el único requisito para recibir el dinero es tener una vivienda. Y una vez se concede este préstamo hipotecario, se firma en la notaria y lo que alegan las familias denunciantes es que en la escritura aparece una cantidad muy superior a la que les han dado. Así empieza una “trampa financiera”, nos dicen, de la que les es imposible salir.   Y en todos los casos, coincide el mismo nombre del prestamista: Antonio Arroyo, conocido también como el “emperador del préstamo fácil”. Arroyo concede una entrevista a Repor  y lidia las q