Cada vez más sacerdotes, en los pueblos de España, proceden de países lejanos. El Padre Juan, en Relleu, Alicante, es un ejemplo. Vivió la guerra civil entre hutus y tutsis en Ruanda a principios de la década de los 90, que se extendió a Congo y Uganda. Fue el sacerdote de un campo de refugiados de 60.000 personas, y cuando éste fue bombardeado, tuvo que sobrevivir, escondido en la selva durante dos años, junto a otros compañeros. La vida no ha sido fácil para él, y por eso, está convencido de que la única lucha que merece la pena es la lucha por la paz y por la convivencia. Su trabajo duro dentro y fuera de la iglesia, lo ha convertido en un icono del pueblo alicantino, y le ha granjeado la amistad de creyentes y agnósticos. Hemos acompañado al Padre Juan durante varios días y hemos comprobado cómo trabaja duro: se arremanga haciendo obras en la iglesia y cultivando el huerto, acompaña a enfermos y ayuda a los necesitados. No le faltan quehaceres, y, a pesar de tener siempre presente