Tan cerca, y tan lejos a la vez del resto de España, el Parque natural de Cabo de Gata-Níjar no para de crecer en lo que a visitantes anuales se refiere. A la vez, muchas personas encuentran en este rincón almeriense un lugar donde vivir en mitad de la naturaleza, árida, y todavía algo salvaje.La presión inmobiliaria se hace evidente en los núcleos urbanos como el pueblo de San José, o el de Cabo de Gata, donde las grúas evidencian nuevas promociones. Existe demanda, y ante ello, colisionan los intereses de las promotoras con los de las asociaciones que velan por el respeto al patrimonio natural. Es innegable que el aumento del turismo trae consigo un nicho de trabajo para los que viven en la zona, pero a la vez, el crecimiento de los pisos turísticos impide que los trabajadores encuentren dónde vivir.Industrias tradicionales como la pesca o la agricultura resisten con distintas problemáticas: la primera sufre de falta de relevo generacional; la segunda, no tiene permitido crecer dentr