En 1890, una simple hilandera, una chica de 27 años parte sola de Génova en un carguero alemán directa a Shangai para trabajar en la hilandería que su antiguo jefe iba a dirigir. La travesía fueron 37 largos días contados en un diario en el que describe los puertos, las ciudades que visita y se sorprende por el diferente sentido del pudor, primero de los árabes, luego de los indios y por fin de los chinos.
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