Existen cineastas que aún piensan que coger una cámara es colocar un signo de interrogación. Lanzar una pregunta. Cineastas que cargados con una cámara digital ven el documental como un modo de escritura creativa cinematográfica.Algunos directores descubren que su propia familia esconde un gran drama que remite a la memoria colectiva. Otras ruedan en países lejanos o situaciones extremas. Algunos hacen poesía del archivo y otros piensan que el tema es tan solo una excusa y se lanzan a la calle a grabar como quien pregunta por una dirección.Todas esas voces tan distintas están unidas por la experimentación y la efervescencia pero también por las complicaciones para que las obras encuentren a sus espectadores: escasez de salas con proyección digital, una difusión mínima que les condena a la invisibilidad, recortes de presupuestos que afectan a uno de sus pocos escaparates, los festivales de cine documental. Sin embargo los documentales se multiplican. En los últimos diez años se han he