Como una prolongación de nosotros mismos a diario utilizamos los medios de comunicación. El correo los utiliza para que, más o menos a tiempo, nuestros mensajes lleguen a nuestros semejantes. La cultura, como manifestación abierta a todos, no podía dejar de servirse de estos medios. Algunos artistas, viciados de exponer sus obras de forma estable en galerías, decidieron meter en sus sobres una parte no de sus ideas, sino de sus sensaciones. Pequeñas obras de arte iban de un lado a otro del globo y recibían respuestas de sus destinatarios. Poco a poco fue creándose una nueva manifestación expresiva, a la que los españoles podíamos llamar el arte por correo, los anglosajones mail art y los italianos, que fueron pioneros, definen como arte postale.